
La despiadada “Intifada” contra Israel se globaliza
Date - 4.6.2025Por Marelinke van der Riet

Hace dos semanas, un inquietante atentado a tiros se cobró la vida de una joven pareja judía, ambos miembros del personal de la embajada israelí, cuando salían de un acto en el Museo Judío de Washington D.C. Testigos presenciales informaron de que el pistolero había entrado en el acto y se había mezclado con la multitud, había seguido a la pareja cuando salían y les había matado a tiros, y luego había gritado “Palestina libre” mientras era detenido.
El domingo, en Boulder, Colorado, se produjo otro horrible ataque antisemita. Un grupo de activistas proisraelíes -la mayoría judíos de edad avanzada que organizan una marcha semanal para concienciar sobre la difícil situación de los rehenes israelíes en Gaza- resultaron gravemente heridos cuando un hombre les arrojó cócteles molotov. Los testigos informaron de que él también gritó: “¡Liberad Palestina!”.
¡Pues aquí estamos! El eslogan popular en las protestas antiisraelíes de los últimos 20 meses del conflicto de Gaza, junto con los llamamientos a “¡Globalizar la Intifada!”, han trascendido ahora a trágicos ataques antisemitas contra judíos en Estados Unidos. La viciosa yihad contra la nación y el pueblo judíos se ha globalizado.
Narrativas mediáticas: Combustible para el fuego
Lo que hace que este momento sea especialmente alarmante es cómo la desinformación y los titulares sensacionalistas han sentado las bases para este tipo de violencia. Los dos atentados recientes se produjeron a raíz de titulares incendiarios y no verificados sobre las acciones militares de Israel en Gaza.

Tomemos, por ejemplo, las recientes afirmaciones difundidas por los principales medios de comunicación: “Israel mata de hambre a 14.000 bebés” o “Israel mata a 31 personas en un punto de distribución de alimentos”. Estas afirmaciones, basadas en cifras o informes deliberadamente falsificados de Hamás y su Ministerio de Sanidad en Gaza, fueron rápidamente rebatidas y desmentidas. Pero el daño ya estaba hecho. Las mentiras iniciales, seguras de cargar las emociones, aparecieron en los titulares y propagaron el odio a los judíos como un reguero de pólvora. ¿Las retractaciones? Apenas un comentario.
Este patrón se repite sin cesar. Las principales plataformas mediáticas siguen publicando informes procedentes de entidades con un historial probado de inexactitud -como el Ministerio de Sanidad de Gaza- sin el suficiente escepticismo. El resultado es un desequilibrio abrumador en la cobertura. Los relatos engañosos saturan las redes sociales, moldean la opinión pública, exacerban las tensiones y estimulan los ataques violentos antes de que los hechos reales puedan ponerse al día.
Los líderes mundiales, quizá influidos por la sesgada cobertura mediática antiisraelí en sus países, se unen al coro de críticas contra Israel y exigen la imposición de un Estado palestino, lo que supondría una grotesca recompensa al terrorismo de Hamás.
Crisis de credibilidad
Esta tergiversación de la narrativa contra Israel tiene consecuencias en el mundo real. La gente se forma opiniones basadas en las primeras impresiones, especialmente cuando esas impresiones van acompañadas de imágenes desgarradoras o de un lenguaje incitador. Las retractaciones, las correcciones y el contexto rara vez reciben la misma amplificación.
En esta era digital, en la que el compromiso se impone a la precisión y los algoritmos empujan a la cima los contenidos más sensacionalistas, la verdad se convierte en una víctima. Para cuando una noticia se aclara o se corrige, el odio a los judíos ya ha arraigado.
Así pues, cabe preguntarse: ¿debería Israel seguir intentando contrarrestar esta avalancha de viles falsedades? En una era cada vez más dominada por contenidos generados por IA, deepfakes y desinformación, a menudo se ignoran o descartan incluso las pruebas verificadas y de alta calidad de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Los vídeos difundidos por las IDF en los que se ve a Hamás utilizando hospitales y escuelas con fines militares se examinan o rechazan sistemáticamente, a pesar de la verificación de terceros. Mientras tanto, los contenidos basados en Gaza -por muy cuestionables que sean- se aceptan sin vacilar.
Esta desconfianza selectiva socava los esfuerzos de paz, pervierte la búsqueda de la verdad y la justicia, amplía la brecha entre percepción y realidad y produce respuestas violentas.
La respuesta moral
En momentos de violencia e injusticia, es natural preguntarse: ¿cómo debemos responder? Debemos volver a la verdad y a lo que Dios exige de nosotros.
“Él te ha mostrado, oh hombre, lo que es bueno; y ¿qué pide el Señor de ti sino que hagas justicia, ames la misericordia y camines humildemente con tu Dios?” (Miq 6,8). No sólo estamos llamados a creer correctamente, sino también a vivir correctamente: con justicia, compasión y humildad.
Este tipo de respuesta requiere perseverancia. “No nos cansemos de hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9). La búsqueda de la verdad no es una carrera, sino un largo y fiel camino. En el caso de Israel, las mentiras son rápidas y crueles, pero la verdad y la justicia de la causa de Israel prevalecerán al final. Por tanto, debemos mantener el rumbo, incluso cuando parezca que caminamos cuesta arriba contra la marea de la desinformación y el miedo.
Las falsedades pueden arder como un incendio, pero se consumen. “El labio veraz permanecerá para siempre, pero la lengua mentirosa es sólo un momento” (Proverbios 12:19). Aunque la verdad pueda parecer ensombrecida en el momento, nunca se extingue.
La violencia -ya sea en Gaza, Israel o las calles de Estados Unidos- nunca debe justificarse. Ninguna ideología o eslogan excusa los ataques contra inocentes. Sin embargo, aquí estamos: los titulares nos adormecen y, con demasiada frecuencia, reaccionamos en lugar de reflexionar.

¿Y ahora qué?
Sí, los medios de comunicación tienen un poder extraordinario. Pero nosotros también.
Podemos elegir hacer una pausa antes de compartir ese titular. Podemos buscar el contexto, pedir verificación y resistir la tentación de juzgar precipitadamente. Podemos denunciar la violencia sin perder nuestra compasión, y podemos exigir responsabilidades a la prensa, sin abandonar nunca nuestro compromiso con la verdad.
Porque si no lo hacemos, corremos el riesgo de convertirnos en parte del mismo ciclo que lamentamos: un mundo en el que los titulares gritones incitan a la violencia y las retractaciones mudas nunca reparan el daño.
Foto principal: Protesta “Palestina libre”. (Foto: Nikolas Gannon/Unsplash)