
ICEJ cultiva el propósito de los adultos israelíes con discapacidades
Date - 24.9.2025Por Nativia Bühler
Durante una reciente visita a una clínica médica terapéutica de Jerusalén, el equipo de ICEJ Aid escuchó una estadística alarmante.
“En Israel, una de cada cinco personas vive con problemas físicos, cognitivos, sensoriales o de salud mental”, afirma Ye’ara, alto directivo de la clínica. “Por eso oportunidades como ésta son escasas y de un valor incalculable”.
Ye’ara hablaba de un nuevo y hermoso jardín que la rama ICEJ-USA está apoyando para ayudar a los adultos israelíes con discapacidades severas a desarrollar habilidades, confianza, amistades y un verdadero sentido de propósito. Este innovador jardín dará a estos dignos beneficiarios una segunda oportunidad de construir una vida productiva y significativa.
Fue muy alentador para nuestro equipo de ICEJ Aid encontrar el jardín lleno de risas, el aroma de las hierbas frescas y el calor de la luz del sol brillando sobre un oasis verde floreciente.



La edad de los participantes oscila entre los veinte y los sesenta años. La mayoría nacieron con enfermedades como el síndrome de Down o el autismo, mientras que otros adquirieron discapacidades más tarde debido a accidentes. Lo que les une es la necesidad de un apoyo estructurado y un lugar donde se crea realmente en ellos. No es un programa con fecha de caducidad. Muchos seguirán viniendo durante años, aprendiendo, trabajando y volviendo cada semana, incluso después de conseguir trabajo en otro sitio. Para ellos, este centro se ha convertido en una comunidad que se siente como en familia.
Algunos participantes requieren supervisión constante, mientras que otros se preparan para trabajar en cafeterías, oficinas y otros lugares de trabajo. Los que ya tienen empleo suelen volver una vez a la semana para compartir experiencias y resolver problemas juntos. “Es un lugar donde registrarse, recibir consejos y sentirse apoyado”, explica Ye’ara.


Uno de los elementos más apreciados es el propio jardín, que el personal describe como una forma de terapia. Se sabe que los espacios verdes reducen el estrés, mejoran el estado de ánimo y aportan beneficios sensoriales y emocionales a las personas discapacitadas. Cultivar plantas enseña paciencia, responsabilidad y la alegría de cultivar la vida. “El jardín es importante para que vean crecer la vida a su alrededor, y les da una sensación de logro y paz”, dice Ye’ara.
Comparte uno de los muchos testimonios: “Un joven, que ahora trabaja en una cafetería local, sigue viniendo todos los martes. Siempre está encantado de ver a todo el mundo y contar cómo le ha ido la semana. Es como si llevara el ánimo de aquí a su trabajo, y luego trajera sus experiencias de vuelta para inspirar a otros”.
Para muchos, venir a este lugar es aprender habilidades básicas para la vida: coger un autobús, preparar comidas y manejar dinero. La lectura, la escritura y las matemáticas básicas forman parte de la rutina diaria. Las excursiones a supermercados, jardines públicos y otros destinos hacen que las lecciones cobren vida en el mundo real.


Las habilidades cognitivas se enseñan a través del método Feuerstein: recopilar información, hacer comparaciones, comprender la relación causa-efecto y conectar ideas. A partir de ahí, los participantes pasan a la formación específica para el trabajo, como archivar documentos, atención al cliente, jardinería, trabajo en cafeterías, etc.

Cuando el centro empezó, sólo había 38 participantes. Hoy son 90, con espacio para crecer tras las recientes renovaciones. Además, veintiocho graduados trabajan ahora en la comunidad. Muchos dicen que no quieren irse. Incluso después de encontrar trabajo, siguen viniendo a las sesiones semanales y al calor de la comunidad.
“Esto no es una obra de caridad. No es ‘mantener a la gente ocupada’. Es un trabajo significativo, con un salario justo, dignidad y expectativas”, explica Ye’ara.
En todo el país, cientos de miles de adultos con discapacidad en edad de trabajar se enfrentan a obstáculos para encontrar empleo y a menudo ganan mucho menos que sus compañeros. Este centro demuestra lo que es posible cuando la atención se centra en la capacidad, no en la limitación.
Por favor, considere apoyar el fondo Futuro y Esperanza del ICEJ donando en: help.icej.org/future-hope.