Por Marelinke van der Riet

El Día de Jerusalén, o Yom Yerushalayim, marca el aniversario de la reunificación de Jerusalén durante la Guerra de los Seis Días a principios de junio de 1967. En 2025, la fiesta según el calendario hebreo cae el 25-26 de mayo en nuestro calendario occidental. Una vez más, israelíes y judíos de todo el mundo harán una pausa para conmemorar uno de los momentos más decisivos de la historia judía moderna: la reunificación de Jerusalén y el retorno del acceso de los judíos a la Ciudad Vieja y a sus lugares sagrados, incluido el Muro de las Lamentaciones.

Para muchos, Jerusalén es algo más que una ciudad. Es un símbolo de identidad, fe y resistencia. Con sus capas de historia antigua, significado religioso y relevancia política contemporánea, Jerusalén se encuentra en la encrucijada del pasado y el futuro. En el Día de Jerusalén, este simbolismo cobra vida a través de oraciones, ceremonias, actos educativos y desfiles patrióticos, entre los que destaca la “Danza de las banderas” por el centro de Jerusalén y la Ciudad Vieja.

En las sinagogas de Israel y de la diáspora judía se recitan oraciones especiales, como el Halel (cánticos de alabanza) y de acción de gracias, y muchas comunidades celebran conferencias y actos en los que se reflexiona sobre la importancia de la ciudad en la historia y el pensamiento judíos. Las escuelas dedican tiempo a enseñar la importancia espiritual, política y cultural de Jerusalén, ayudando a transmitir el legado a las generaciones más jóvenes.

El momento culminante para muchos es la celebración nacional que tiene lugar en el Muro de las Lamentaciones, a la que asisten líderes políticos, figuras religiosas y miles de ciudadanos. El impacto emocional de ver ondear de nuevo la bandera israelí sobre las puertas de la Ciudad Vieja y escuchar las historias de los veteranos que lucharon en 1967 añade profundidad y solemnidad a las festividades.

El Día de Jerusalén sirve también para recordar los retos a los que aún se enfrenta la ciudad. Jerusalén es sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, y su futuro sigue siendo un tema central de disputa en el conflicto palestino-israelí. Aunque el día es motivo de celebración para muchos israelíes, también puede ser fuente de tensiones. En los últimos años, se han hecho esfuerzos para garantizar que el día se celebre con sensibilidad, haciendo hincapié en la unidad y el respeto junto con el orgullo nacional.

En 2025 se conmemora el 58 aniversario de la reunificación de la ciudad en un momento en que Jerusalén sigue creciendo y evolucionando. La Jerusalén moderna es una metrópolis vibrante, hogar de casi un millón de residentes de diversos orígenes. A pesar de las continuas disputas políticas, la ciudad se ha convertido en un centro de innovación, cultura y vida religiosa.

Mientras se suceden las celebraciones en Israel y en las comunidades judías de todo el mundo, el Día de Jerusalén 2025 es una oportunidad para reflexionar no sólo sobre la victoria militar de 1967, sino sobre el vínculo perdurable entre un pueblo y su capital eterna. Es un día para honrar el pasado, afrontar las complejidades del presente y esperar un futuro pacífico en una ciudad que ha inspirado a generaciones durante más de tres milenios.

Mientras la historia de Jerusalén sigue desarrollándose, los cristianos están llamados a recordar su papel sagrado en la historia de la salvación. El Día de Jerusalén es una oportunidad para celebrar el legado de esta antigua ciudad, recordar su patrimonio espiritual y rezar por la paz, como animan las Escrituras: “Orad por la paz de Jerusalén: Que prosperen los que te aman”. (Salmo 122:6)

Que Jerusalén vuelva a conocer la paz, prospere en medio de sus desafíos y abrace un futuro lleno de esperanza y prosperidad.

Yom Yerushalayim Sameach!